Joel
Cortés
@jcorteshb
Foto: Paralaje
@Paralajemedios
Esta entrevista se realizó en Xalapa, Veracruz al escritor mexicano Sergio Pitol, en la cual abordamos temas relacionados con algunas vivencias de su vida como diplomático del servicio exterior, los recuerdos de su niñez
en Atoyac, Veracruz, los premios de literatura, sus temores, del EZLN, la
globalización y del escritor Francisco Hernández. @Paralajemedios
Perfil
Sergio
Pitol Demeneghi, nació en Puebla el 18 de marzo de 1933. Su infancia fue
difícil, ya que su madre murió cuando el escritor tenía cuatro años, al poco
tiempo contrajo la malaria, lo que lo obligó a mantenerse encerrado
prácticamente hasta los doce años de edad. Cuando se recuperó su el niño sólo
pensaba en viajar, lo cual se convertiría en el motor de su vida y de su
creación literaria. Estudio derecho en la UNAM.
Es reconocido por su trayectoria intelectual, tanto en el campo de la
creación literaria como en el de la difusión de la cultura, especialmente en la
preservación y promoción del patrimonio artístico e histórico mexicano en el
exterior. Ha vivido perpetuamente en fuga, fue estudiante en Roma, traductor en
Pekín y en Barcelona, profesor universitario en Xalapa y en Bristol, y
diplomático. Miembro del Servicio Exterior desde 1960, ha sido consejero
cultural de las embajadas mexicanas en Francia, Hungría, Polonia y la Unión
Soviética, director de Asuntos Culturales de la Secretaría de Relaciones
Exteriores, director de Asuntos Internacionales del Instituto Nacional de
Bellas Artes y embajador en Checoslovaquia.
Es Socialista democrático y agnóstico. La desgracia, la enfermedad y el aislamiento crearon su estilo literario, que él define como una autobiografía oblicua en la que se funden la vida y la literatura. Sergio Pitol ha ocupado durante muchos años una posición muy especial en el panorama literario mexicano, sin embargo, aunque ha sido unánimemente elogiado por la mejor crítica, y un apasionado difusor de la literatura centroeuropea y el brillante traductor de autores como Conrad, James, Gombrowicz o Andrzejewski, varios factores han contribuido a que no pasara de ser, durante muchos años, un escritor de culto. Su narrativa es visceralmente mexicana, pero sin los modelos literarios ni la temática que ha marcado a los escritores mexicanos.
Es Socialista democrático y agnóstico. La desgracia, la enfermedad y el aislamiento crearon su estilo literario, que él define como una autobiografía oblicua en la que se funden la vida y la literatura. Sergio Pitol ha ocupado durante muchos años una posición muy especial en el panorama literario mexicano, sin embargo, aunque ha sido unánimemente elogiado por la mejor crítica, y un apasionado difusor de la literatura centroeuropea y el brillante traductor de autores como Conrad, James, Gombrowicz o Andrzejewski, varios factores han contribuido a que no pasara de ser, durante muchos años, un escritor de culto. Su narrativa es visceralmente mexicana, pero sin los modelos literarios ni la temática que ha marcado a los escritores mexicanos.
Entre
tantos reconocimientos que ha obtenido están: "Premio Juan Rulfo"
(máximo galardón en México), "Premio Cervantes 2006" entregado por el
Rey Juan Carlos de España (máximo galardón a un escritor de lengua española),
" Ha sido condecorado por el gobierno de Polonia e investido Doctor
Honoris Causa por la Universidad Autónoma de México (UNAM).
Entrevista
En
su reciente libro “El viaje”, usted hace
un recuento de un viaje y narra algunas vivencias de su vida como diplomático
del servicio exterior mexicano a manera de diario.
¿Cómo
comienza a crearse ese diario?
“A
principios del año pasado o de hace dos años, hice un viaje a tres ciudades
Europeas. Una de ellas fue Praga, a la
cual no había regresado desde 1988, hacía una docena de años que no había
estado allí. No sé si, en una entrevista que dí o en una charla, señalé que iba
a estar en ciudades que habían sido muy
importantes en mi vida. Esto lo hago cada cinco años, puramente de vacación, de turismo, para
recobrar emociones del pasado. Una de esas ciudades sería Praga; después me
llego una proposición de una revista virtual de Internet, que me ofrecía una
cantidad muy buena de dinero y les interesaba ver que reflejo, que emoción, qué
percepción tendría yo de Praga, después de haber vivido muchos años allá. Esa
revista tiene una sección de turismo, de ciudades y viajes. Entonces, hice el
viaje regresé y busqué un libro de diarios, y me puse a revisar para comparar.
Comencé a revisar papeles y cuadernos donde escribo mis diarios, revisando lo
del año 1988 para ver cuáles fueron las primeras emociones, visiones, los
primeros vislumbres que sentí de esa ciudad mágica y extraordinaria.
Al
buscar esas experiencias del pasado en mis papeles y en mis escritos, encontré
que la captación de Praga que yo tuve no pasó a los diarios, que se quedó
fuera, porque generalmente mis diarios
eran cosas literarias. De alguna manera no penetró del todo Praga si no que lo
dejé en mi memoria solamente. No pude hacer esa comparación, pero en cambio
encontré un pliego de páginas, que lo digo en el libro, con notas que había
hecho en el tiempo en que era embajador en Praga, de una visita que hice
invitado por los escritores de la República Soviética de Georgia, para pasar
unos días en su Capital Tbilisi, para hablar de cultura, conocer de pintura,
cine, literatura y teatro georgiano. Cuando leí esas páginas las sentí mucho
más vivas que lo que yo suponía de ese viaje, y dejé de escribir sobre Praga.
En el primer capítulo del libro El viaje está una recopilación cultural de mis
experiencias en Praga, pero ya no avance, me fui a los escritos que tenía yo y
a los recuerdos de ese viaje. A mis recuerdos anteriores como agregado y
consejero cultural en Moscú y no solamente esos recuerdos del viaje que hice de
Praga a Moscú o de los dos o tres años que estuve viviendo en Moscú, sino que
lo amplié con mis conocimientos de literatura rusa. De cierta manera, este
libro, es un libro muy excéntrico, disparatado, muy fuera de serie, como libro
de viajes. En el fondo lo que quería yo es que fuera un homenaje a la
literatura rusa de todos los tiempos”.
-Hablemos
de la nostalgia que tiene por Praga, en la que evoca esa memoria. ¿Llegar a Praga como embajador fue circunstancial
o usted quería ir allá?
“No.
Cuando me dijeron que había sido designado como embajador estaba casi seguro
que había sido designado a otra parte. Cuando me dijeron Praga me quedé
sorprendido, nunca hubiera pedido Praga por varias razones. Pero tan pronto
cuando me lo dijeron me lance a los libros sobre Praga a la literatura Checa”.
-
¿A Ripelino?
“Sí.
Ripelino me abrió una cantidad de puertas, me descubrió toda la parte mágica y
alquímica de Praga. También las relecturas de Kafka, de Rilke, que son los
grandes autores checos y la obra de ellos tiene mucha relación con la ciudad”.
-
En su libro, hace descripciones de los lugares donde escribió Kafka
“Metamorfosis”, donde hay esta descripción de la ciudad.
“Sí,
éste es solamente un preludio, es como un vestíbulo a lo que es el viaje. El
viaje no va ser a Praga, sino de Praga hacía el Oriente, hacia la Unión
Soviética que pasaba entonces una de las experiencias importantes de la
historia de Rusia y de un alcance universal que fue la Perestroika”.
-¿Cómo
se torna ahora la imagen de Iván, niño ruso, que vio en aquel libro que le dio
a leer su abuela en la página de razas humanas?
“Creo
que aludo esa imagen de Iván, niño ruso, que fue quizás la que me acerco muy
pequeño a la literatura rusa. Toda mi vida la he estado leyendo entre otras
literaturas, y he tenido una disposición especial, un apartado para la
literatura rusa. Hay autores sin los cuales yo no podría concebir mi vida y
quizás sería una vida gris y muy limitada. Por ejemplo, Antón Chéjov, que es el
escritor que para mí es como un Dios tutelar”.
¿Algún
día ha vuelto Sergio Pitol a esos
lugares del ingenio de Potrero en Atoyac, Veracruz, que es el sitio al que hace
referencia el relato de Iván, niño ruso?
“Sí,
hace algunos cuantos años, me llegó una invitación de la casa de cultura de
Atoyac, Veracruz. Vino un maestro, que era el director de esa casa, para
insistirme a que fuera y que tal día me
vendrían a recoger; que sería muy bueno para los jóvenes de secundaria, y que
el público sería un público estudiantil para que les contara yo mis
experiencias de infancia. En varias ocasiones había ido con familiares por
distintas causas a Potrero; pero esta invitación de la casa de cultura de
Atoyac, fue para mí una experiencia notable, muy emotiva. Cuando decidí ir, fui
a Veracruz y allí me esperaban para
llevarme por la carretera de Soledad de Doblado rumbo a Atoyac; al llegar a
este lugar, lo pasamos y les dije: oigan pero en donde va a ser, ¿dónde es la
casa de la cultura?, ya estamos saliendo de la ciudad. El maestro me dijo: no
se preocupe, es un poco más allá. Cuando me di cuenta habíamos llegado a
Potrero a la escuela primaria “Carlos A. Carrillo”, donde estudié los pocos
estudios que tuve en la primaria, porque generalmente yo estaba enfermo. Allí
sí, nunca había vuelto, veía yo el edificio y no lo creía. Era una casa, como
de hacienda, de dos pisos muy grande, luego me dijeron aquí es, maestro, donde
vamos a hacerle un homenaje. Caminar y entrar en esos salones inmensos de unos
techos gigantescos, recordar algunos profesores, a una profesora sobre todo de
tercer año, era la maestra Cristina Méndez, me emocionó muchísimo, pues había
un salón que tenía mi nombre. Fue el
último salón en el que estuve en esa escuela. Estaban presentes maestros y
muchos estudiantes de primaria y secundaria y, al comenzar a contarles mi vida,
lo que era ésta a la edad de ellos y las preguntas que me hicieron, se me cerró
la garganta; se me hizo un nudo de emoción que apenas me permitía hablar. Esta
es una de las experiencias más bellas y maravillosas que he tenido en mi vida;
imagínese llegar, después de casi sesenta años, a mi niñez”.
-Hablemos
ahora de los premios que ha obtenido. Sabemos que el último premio más
importante ha sido el premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan
Rulfo, que es la antesala de otros premios, como el Cervantes o el Príncipe de
Asturias ¿Usted aspira a éstos o a otros premios?
“Mire,
yo en general nunca he aspirado a premios. No escribo para tener premios, pero
cuando me han llegado, los dejo a parte de mi concepción del futuro. Cuando
llegan son una sorpresa maravillosa. He conocido amigos escritores míos muy buenos de lengua
castellana, que viven con una tensión para ver si el próximo o este año o este
mes o el próximo, está el premio Príncipe de Asturias, el Cervantes o el
Rómulo Gallegos, que son los que me
faltan, siempre están muy nerviosos, muy nerviosismos. En general, prefiero no
pensar en nada de premios, me han llegado unos sorprendentemente”.
¿El
de Italia?
“Sí,
llego de sorpresa, ni siquiera sabía dónde estaba Belluno”.
¿Y
el premio Nobel de literatura?
“Hay
treinta mil escritores que quieren el premio Nobel. Es una cosa de azar”.
¿Cree
en verdad que es una cosa de azar?
“Creo
que sí. Hay escritores como Tolstoy que es uno de los escritores más grandes
del mundo y nunca lo tuvo. Benito Pérez Galdos, Jorge Luis Borges, Virginia
wolf, James Joyce, nunca lo tuvieron. Podemos decir que muchos escritores que
transformaron la literatura, que hicieron que diera un paso adelante no lo
tuvieron. Otros excelentes sí lo han obtenido y unos mediocres también lo han
obtenido”.
¿Escritores
mediocres, como quiénes?
“Los
dos primeros premios españoles, Benavente y Echegaray son escritores que nadie
conoce, que pasaron a la historia de la literatura; pero no se mantienen en la
literatura, son malos”.
¿A
qué le teme Sergio Pitol?
“Temo
a la incapacidad creativa. Mi vida es la literatura, vivo en la literatura. Si
usted entra en esta casa, todo lo que
rodea es literatura, estudio, enseño, leo y vivo en la literatura.
Una
de las cosas que temo y que va a llegar, ya no muy lejos es la incapacidad
literaria, el momento en que ya las dotes se han gastado, el momento en que los
escritores comienzan a copiarse a sí mismos, que empiezan a sentarse en el
trono que les han dado a ellos y no dar más novedades, no dar más de sí. Eso es
una de las cosas que temo mucho. Temo también a las enfermedades cerebrales
como el Alheizmer. Temo a la intolerancia, al oscurantismo, a las fuerzas de la
incultura y de la antirazón, lo que se opone a la vida, a la luz, a la libertad
absoluta”.
¿Qué
opina de los escritores como Francisco Hernández ?
“Hay muy buenos poetas. En mis viajes por el mundo de habla española, cuando doy mis
cursillos y conferencias uno de los poetas mexicanos que mejor conocen y que
más admiran es Francisco Hernández. De poetas vivos siempre me preguntan por
José Emilio Pacheco, quien es una persona que ha ganado premios
importantísimos; tiene un público vivo, amplio y muy exigente y el otro poeta
joven es Francisco Hernández, les interesa mucho; en Colombia es una figura de
culto”.
¿Qué
opina usted del CONACULTA hoy en día?
“Bueno
la cultura se está descentralizando en México, es una necesidad enorme. Hay
muchas Instituciones que se llaman instituto nacional de tal cosa y son a final
de cuentas, institutos que proveen de cultura a habitantes del Distrito
Federal. Son nacionales en el sentido que reciben y apoyan a los creadores
nacionales de cualquier lugar. La cultura del D.F. es el resultado del
esfuerzo de toda la nación, sin embargo a la sociedad a la que atienden, no
es la de la nación entera. Ahora, en los
últimos años, ha habido un gran cuidado por ciertas necesidades a la provincia.
El CONACULTA ha creado una parte de su organismo a la descentralización de la
cultura, donde los creadores eméritos que hayan ganado el premio nacional
tienen que dar su esfuerzo en dos ocasiones a dos entidades de la República, en
las que se hacen talleres, conferencias, estudios. Hace tres o cuatro sexenios
se crearon casa de cultura, institutos en cada estado, algunos magníficos y
otros pésimos, hay Institutos que tienen mucho dinero y que el sector
financiero tiene una vocación para el mecenazgo, donde hay museos formidables,
fundaciones culturales, en fin.
Hay
otros estados donde la burguesía es muy pichicata”.
¿Qué opinión tiene del EZLN?
“Comenzamos
el milenio de una manera casi milenarista, en México, con elementos novísimos
que no se habían soñado. ¿Quién, hace diez años, hubiera pensado que el PRI
fuera a pasar a la oposición? Hace diez o quince años hubiera sido inconcebible
y estamos en este milenio iniciando un milenio en el que el PRI es oposición y
minoría en las cámaras”.
El
EZLN es otro de los productos novísimos,
la marcha Zapatista ha adquirido mucha fuerza y tenido eco a nivel nacional.
Los noticieros italianos, franceses y españoles, cuando hablan de México, es de
los zapatistas y del subcomandante Marcos que tiene una popularidad inmensa y
un apoyo moral muy fuerte. ¿Cuándo
imaginaríamos esto? Yo en toda mi vida,
no había visto una cosa como esta, donde todos los grupos indígenas o sus
representantes se hayan conocido entre sí y hayan estado conversando. Recuerdo
que el Instituto Nacional Indigenista, en los tiempos que yo empezaba a leer
los periódicos para saber de la actividad nacional, el INI era una cosa muy nueva y planteaba
algo como lo que plantea ahora el EZLN”.
-Claro,
Alfonso Caso Lombardo, cuando propone crear el INI en noviembre de 1948,
planteaba una definición tautológica del indio, con intención política, la cual
era definir el sujeto de acción de INI, y éste fue un decreto presidencial.
“Sí,
en ese entonces hubo dos primeras figuras que retomaron esto, eran personas de
absolutas glorias nacionales, el antropólogo e historiador Alfonso caso, quien
es una de las figuras de la cultura mexicana de todos los tiempos y que estuvo
al frente de ese proyecto y el doctor Gonzalo Aguirre Beltrán, quien fue un
antropólogo extraordinario. El INI se crea para dignificar a los indios, para
sacarlos de las formas casi de esclavitud y de miseria que padecían en algunas
regiones; siempre se citaba a Chiapas.
Yo fui muy amigo de Rosario Castellanos, la escritora Chiapaneca que
escribió libros sobre la condición de los indígenas de Chiapas, está Balum
Canam, Ciudad Real, Oficio de Tinieblas en los que presenta como es la sociedad
chiapaneca de los años cincuenta, esa sociedad a la que pertenecía su familia,
que la aborreció brutalmente. Por otro
lado, uno de los propósitos del INI y de la lucha tan fuerte, era crear una
forma legal cívica para las comunidades indígenas que son los mismos
planteamientos que hace el ahora
subcomandante Marcos”.
¿Usted
cree que la marcha que hicieron los zapatista sea una reivindicación del movimiento indígena?
“Creo que sin proponérselo, es una
convergencia. Cuando entrevistaron al subcomandante Marcos, Javier Solórzano y
Carmen Aristegui, recordé que lo que nosotros como adolescentes sabíamos qué
pretendía hacer el Instituto Nacional
Indigenista y que no se pudo hacer. Además, en los últimos tres sexenios se ha convertido en un instituto burocrático,
y nulo, que no lucha por los indígenas, ni por su dignidad, y que no lucho
jurídicamente por ellos, es casi folklórico lo que parece que tienen que
reivindicar. Creo en la apertura que le ha dado Fox, a pesar de que en su
partido muchos de sus miembros están en contra. La apertura que le ha dado el
presidente y los distintos
parlamentarios de los partidos han mostrado para discutir con el EZLN y permite
sentir la esperanza y que va haber paz, y que se puede tener una mentalidad menos racista, que
la que estamos teniendo últimamente
¿Qué
opinión tiene de la presentación de libros que se han hecho en el Zócalo de la Ciudad de México?
Por ejemplo: José Saramago presentó en ese lugar su novela “La caverna”.
Este
sitio se ha convertido un espacio maravilloso. Desde hace unos cuantos años, de
Cárdenas para acá. Hay poetas que han llenado el zócalo, poetas chilenos, argentinos,
españoles, mexicanos y el Nobel de literatura que creo tuvo una audiencia
inmensa.
Él
es un escritor del siglo, ha
transformado muchos de los procedimientos novelísticos, ha dado un paso delante
de cómo estaba la novela. Además tiene mucha popularidad en México. Tiene esa
solidaridad, esa sensibilidad a ciertas causas políticas. Tiene una calidad ética,
moral muy alta que le ha dado esa grandeza y esa receptividad en públicos muy
altos.
¿Usted
presentaría un libro suyo en alguna plaza pública, tomando la referencia de
Saramago, y saliendo de los espacios cerrados?
Yo
he tenido experiencias de este tipo, en Mazatlán, Sinaloa y una semiabierta en
Xalapa. Pero en Xalapa no creo tener la capacidad de atracción que podrían tener
otros escritores.
¿Qué
opinión tiene de la globalización?
Yo
soy globalifóbico, lo único que he visto de la globalización en mis viajes es
la miseria, una miseria muchísimo mayor de la que existía antes y una riqueza
inmensa para los sectores ricos. América Latina, África, parte de Asia están
quebradas, y en países muy ricos los que tienen el dinero, están llenos de
migrantes que vienen huyendo del hambre. Por todas partes vemos migrantes que
son golpeados, explotados, vemos que a mujeres y niñas las prostituyen, hay
mujeres que las han quemado. Hay lugares donde las mujeres parecen deleznables,
y no pueden mostrarse, por que contaminan el aire.