Martín
Quitano Martínez
no saber lo que debiera saberse,
saber mal lo que se sabe,
y saber lo que no debiera saberse
Solo el PRI ha gobernado Veracruz, lo gobierna ahora.
Estando bajo control electoral el Estado de México y el de Veracruz, los más
poblados del país, serían bastiones de la elección presidencial. El Estado de
México se ganó, pero Veracruz no. ¿Por qué?
Parece que en el centro se esperaba otro resultado, un
triunfo claro, pero también una distancia mayor, una cantidad mayor de votos
para el candidato.
¿Qué estarán pensando en el gobierno veracruzano ante la falta
de buenos resultados? ¿Por qué no se ganó como se calculó que sucedería y para
lo que supuestamente se prepararon desde el inicio de esta administración?
Al parecer no fue suficiente aparentar un distanciamiento
del fidelismo. Tampoco lo fue la puesta
en marcha de un programa insignia como “Adelante”, a donde canalizaron
cualquier cantidad de recursos para formar un contrapeso al programa
“Oportunidades” que tenía en su poder el PAN.
Abundantes recursos para pagar, personal, gasolina,
vehículos, recorridos, reuniones, regalos, sobornos, amedrentamientos,
coerciones, propaganda, acarreos y al final, la derrota; sin duda una derrota
que le ha salido muy cara al pueblo veracruzano y políticamente al gobierno.
El 1 de Julio desnudó los niveles de incapacidad de los
grupos políticos y administrativos de
los priístas veracruzanos. El 1 de julio sacó a flote la debilidad de un ejercicio
de gobierno sin reconocimiento social y lleno de inoperatividad política, de
insolvencia moral y lo que es peor de mentiras y corruptelas donde el dinero no
alcanzó.
Parece increíble que al “sólido y arraigado” priísmo
veracruzano, dueño de la silla gubernamental, le ganara un PAN dividido, en
pugna, que al cuarto para las 12 definió su formula a la senaduría.
Los pendientes de la administración Duartista se
evidencian en la reproducción de las contradicciones entre los discursos y los
hechos, se manifiestan en el rebosante engreimiento de los dirigentes del PRI
perdedor de su elección presidencial queriendo esconder la cabeza, vender la
idea de un posicionamiento estatal priista que deja mucho que desear. Porque
sacando cuentas frías, más del 65% de los votantes veracruzanos no fueron
convencidos de que Peña Nieta era la mejor opción.
Que podrá pensar el Gobernador Duarte frente a las
inobjetables derrotas veracruzanas priístas que dejan de manifiesto la
incapacidad de un equipo de trabajo notoriamente soberbio, incompetente, corrupto
y de clara deslealtad institucional.
No alcanzó el dinero ni el despliegue de funcionarios
estatales a todos los rincones del estado. ¿Donde quedó la talacha
“administrativa” de las áreas estratégicas del gobierno como la Secretaría de Gobierno,
la de Educación y la Secretaría de Desarrollo Social por mencionar solo algunas?.
La grave derrota política de Javier Duarte es explicable
en las confianza otorgada a sus “amigos” y en la pobreza de un equipo que manifiesta
sus carencias y deslealtades, lo que no ha hecho sino abonar yerros al rechazo social
a una historia de impunidad y construcción de contradicciones de un PRI
dinosuarico y de reproducción, desde sus juventudes, de viejas y detestables prácticas.
En Veracruz ha quedado claro que no es solo dinero y
poder lo que se necesita para ganar votos, ya que se exige capacidad
institucional y operación política que
definitivamente no se encuentran y con lo cual, seguramente, la historia para
ellos, sería muy diferente.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
¿Otro presidente que llega
“haiga sido como haiga sido”?, limpiar el proceso es la
exigencia.
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