Martín
Quitano Martínez
“Cuando
despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Augusto Monterroso.
Una muy alta participación en la presente elección,
muestra a una sociedad que toma cuerpo en su idea de ciudadanía; ciudadanía que
para muchos se ubica en el ejercicio de emitir su voto cada que algún proceso
les parece atractivo, sin necesariamente involucrarse en la valoración de los
sujetos a elegir, sus propuestas o comportamientos públicos fuera de las
campañas.
A nuestro país le ha costado mucho arribar a estos
momentos de construcción democrática, marcados por hechos y razones que la descalifican
o generan desconfianza. Las actividades públicas o los asuntos de gobierno
están sujetas a cualquier tipo de sospechas, mostrándose como una pesada
condena.
Los datos electorales conocidos a través del IFE arrojan
ganancias de un actor político que hace 12 años parecía abatido, pero que ahora
se levanta con la sonrisa de retomar lo que prestó dos sexenios: la silla
presidencial, habiendo consolidado sus feudos y probado la eficacia de su
inobjetable vacuna de cultura política predominante en nuestro país.
En la democracia mexicana aún queda mucho por hacer y se
comprueba con las acciones y reacciones que muestran los días previos y
posteriores de este 1 de julio. De las pobrezas, impunidades y bajezas de
nuestra clase política, de las debilidades de una parte de la sociedad que,
sumida en sus desilusiones, en sus condiciones, arropa y reproduce con su voto
lo más negro de las viejas prácticas, que muestran su vitalidad en todos los
frentes políticos.
El desencanto de muchos por el regreso del PRI al poder
presidencial está íntimamente relacionado con nuestros temores de restauración
del viejo régimen, uno que por cierto nunca se había ido, porque su esencia permanecía,
en mucho de nuestra vida política y cotidiana; sin embargo y pese a ello,
muchos cambios se fueron dando en la férrea
lucha por conquistar formas distintas de vida y convivencia: ésas y
otras que aún faltan, tendrán que defenderse con la razón de los derechos que
se tienen pendientes.
Las condiciones para que ahora se presencie el regreso de
los brujos tiene múltiples y escabrosas aristas, no son solo los operativos de
los grupos hegemónicos y de interés que
dieron su respaldo a Peña Nieto y realizaron sus prácticas corruptoras, o las
condiciones de pobreza, ignorancia ó inconsciencia de millones de mexicanos,
también se tienen que ver en el espejo de las debilidades de la oposición, que con
sus actos, cerraban las puertas o debilitaron la formación de los entramados y
las estructuras para enfrentar de la mejor manera lo que sin duda sabíamos de
los comportamientos históricos de una fuerza política que ha mostrado su
capacidad para actuar con cinismo y por encima de la ley.
Como sea, la democracia es un bien por el que tenemos que
seguir bregando. No será fácil perfeccionarla sin lograr que todos los actores
participen con apego a la ley, sin embargo hoy más que nunca hay que reconocer
las oportunidades que entre todos nos hemos brindado para impulsar los cambios
que deben debatirse independientemente quien gobierne.
La jornada electoral aún no termina y los marcos legales
existentes corren sus tiempos; esperar las impugnaciones, señalar los arrebatos
de ilegalidad, limpiar la elección, contar y recontar los votos para aclarar y
volver realmente creíble el proceso en medio de los manejos evidentes de
suciedad, merecen ser momentos por transitarse sin dejar de mirar con
indignación y fortaleza que aún queda mucho por hacer.
Muchos dirán que
los pueblos tienen los gobiernos y clases políticas que se merecen y pueden tener
razón, sin embargo lo que ha quedado claro en está elección, es que existen
muchos de este pueblo que se llama México, que esperamos más de lo que estos
gobiernos y clases políticas hasta ahora han podido ofrecernos y que para derrotarnos
se necesita mucho más que una fecha en el calendario de elecciones.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
La
esperanza es lo último que podemos perder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario