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martes, 10 de julio de 2012

Democracia débil



Martín Quitano Martínez


Inequidad, compra de votos, coacción, son acciones negativas concretas que perfilaron una elección discutible por las manchas que marcaron su desarrollo y que sin embargo mostró también el lado positivo de una sociedad que se alienta en su participación electoral, de un proceso que, aún bajo sospecha y con profundos cuestionamientos, refiere aspiraciones que merecen ser tomadas muy en cuenta.

Los problemas que suceden al primero de julio, adquieren mayores dimensiones cuando la desconfianza y el legítimo malestar frente a lo ocurrido se comienza a manifestar en intolerancia, incapacidad de diálogo y falta de sensibilidad para brindar coyunturas mayores e hilvanar ajustes que nos permitan realizar las modificaciones que requiere nuestra aún débil democracia.

Las demandas de importantes grupos de la sociedad y del candidato de la alianza PRD-PT-MC, que reclaman limpiar la elección y por ende están convencidos de  modificar los resultados hasta ahora conocidos, han sido descalificadas por muchos y llevadas al ámbito de las “intransigencias sin justificación” en el marco de un discurso oficial de “elección inmaculada”.

No debería ser así, ya que el propio entramado legal establece las rutas legales para concretar las inconformidades ante los hechos que se consideren fuera de la ley, siendo esta la discusión que hasta estos momentos ha planteado Andrés Manuel López Obrador, y, por otro lado, la de esos importantes sectores sociales indignados por las irregularidades que fueron evidentes en todo el proceso, principalmente en la compra de votos.

No obstante, el movimiento amloista logró una votación trascendental que tiene que ser reconocida en su peso, una cantidad de votos que refleja una aspiración social de cambio hacia formas distintas de representación y que concentra esperanzas alrededor de modelos alternos a los que ya nos han gobernado nacionalmente.

Las ganancias obtenidas por esta fuerza no pueden ser menospreciadas, ni mucho menos sus representantes pueden perder la oportunidad de impulsar, con el respaldo de más de 15 millones de votos, los cambios que posibiliten transformar las condiciones y vacios que han facilitado la operación de prácticas que han desacreditado y profundizado la desconfianza que hoy más que nunca persigue a nuestra débil democracia.

La necesidad de limpiar la elección, de hacerla creíble, cualquiera que sea el resultado, implica dar pasos que acoten la desconfianza, que brinden más que legalidad, legitimidad, que nos den, al final, la ocasión de perfilar en nuestro sistema institucional una oportunidad de recomposición. 

 DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Otro gesto de la impunidad en Veracruz: Juan Pablo Franzoni Martínez, el peñaniestista  de la pistola contra los “yo soy 132” en Xalapa.  Y si los encañonados hubieran sido priístas?

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