Martín
Quitano Martínez
Inequidad, compra de votos, coacción, son acciones negativas
concretas que perfilaron una elección discutible por las manchas que marcaron
su desarrollo y que sin embargo mostró también el lado positivo de una sociedad
que se alienta en su participación electoral, de un proceso que, aún bajo
sospecha y con profundos cuestionamientos, refiere aspiraciones que merecen ser
tomadas muy en cuenta.
Los problemas que suceden al primero de julio, adquieren
mayores dimensiones cuando la desconfianza y el legítimo malestar frente a lo
ocurrido se comienza a manifestar en intolerancia, incapacidad de diálogo y
falta de sensibilidad para brindar coyunturas mayores e hilvanar ajustes que
nos permitan realizar las modificaciones que requiere nuestra aún débil
democracia.
Las demandas de importantes grupos de la sociedad y del candidato
de la alianza PRD-PT-MC, que reclaman limpiar la elección y por ende están
convencidos de modificar los resultados
hasta ahora conocidos, han sido descalificadas por muchos y llevadas al ámbito
de las “intransigencias sin justificación” en el marco de un discurso oficial de
“elección inmaculada”.
No debería ser así, ya que el propio entramado legal establece
las rutas legales para concretar las inconformidades ante los hechos que se consideren
fuera de la ley, siendo esta la discusión que hasta estos momentos ha planteado
Andrés Manuel López Obrador, y, por otro lado, la de esos importantes sectores
sociales indignados por las irregularidades que fueron evidentes en todo el
proceso, principalmente en la compra de votos.
No obstante, el movimiento amloista logró una votación
trascendental que tiene que ser reconocida en su peso, una cantidad de votos que
refleja una aspiración social de cambio hacia formas distintas de
representación y que concentra esperanzas alrededor de modelos alternos a los
que ya nos han gobernado nacionalmente.
Las ganancias obtenidas por esta fuerza no pueden ser
menospreciadas, ni mucho menos sus representantes pueden perder la oportunidad
de impulsar, con el respaldo de más de 15 millones de votos, los cambios que
posibiliten transformar las condiciones y vacios que han facilitado la
operación de prácticas que han desacreditado y profundizado la desconfianza que
hoy más que nunca persigue a nuestra débil democracia.
La
necesidad de limpiar la elección, de hacerla creíble, cualquiera que sea el
resultado, implica dar pasos que acoten la desconfianza, que brinden más que
legalidad, legitimidad, que nos den, al final, la ocasión de perfilar en
nuestro sistema institucional una oportunidad de recomposición.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Otro gesto de la impunidad en Veracruz: Juan Pablo
Franzoni Martínez, el peñaniestista de
la pistola contra los “yo soy 132” en Xalapa.
Y si los encañonados hubieran sido priístas?
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